Sunday, April 16, 2006

5. Entrevista a Edgar Morin

EL PENSAMIENTO COMPLEJO: ANTIDOTO PARA PENSAMIENTOS UNICOS

fuente: http://216.22.168.217/penscom.htm

"Tenemos que comprender que la revolución se juega hoy no tanto en terreno de las ideas buenas o verdaderas opuestas en una lucha a vida o muerte a las ideas malas y falsas. sino en el terreno de la complejidad del modo de organización de las ideas".Edgar Morin, en La Méthode, vol. 4, Les Idées, p. 238
Entrevista a Edgar Morin (en adelante, EM) realizada por Nestor Vallejo G (en adelante, NVG)., en Paris en diciembre de 1996.

NVG: "Edgar Morin, usted es uno de los precursores de lo que se ha llamado El pensamiento complejo. En efecto, desde los años sesenta usted profundiza una investigación transdisciplinaria, que traza las emergencias de un paradigma nuevo: el paradigma de complejidad, en la Física, la Biología, la Antropología, la Sociología, la Filosofía y la Política. En su libro Ciencia con consciencia, usted escribe que la finalidad de su investigación de Método no está en encontrar un principio unificador de todo el conocimiento en la filosofía y permite la intercomunicación entre las disciplinas, operando bucles dialógicos.Puede decirnos lo que usted entiende por pensamiento complejo, por paradigma de complejidad y por bucle dialógico?"
EM: "Yo diría que el pensamiento complejo en ante todo un pensamiento que relaciona. Es el significado más cercano al término complexus (lo que está tejido en conjunto). Esto quiere decir que en oposición al modo de pensar tradicional, que divide en campo de los conocimientos en disciplinas atrincheradas y clasificadas, el pensamiento complejo es un modo de religación (religare). Esta pues contra el aislamiento de los objetos de conocimiento; reponiéndoles en su contexto y de ser posible, en la globalidad a la que pertenecen. Lo que creo haber hecho es poner de presente los operadores del pensamiento que relaciona. Cuales son? Está el principio del bucle retroactivo. Debemos a la cibernética el concepto de retroacción, que se rompe con la causalidad lineal al hacernos concebir la paradoja de un sistema causal en el cual en efecto retroactúa en la causa y la módica; aparece entonces una causalidad en bucle. Tomemos el ejemplo del sistema de calefacción regulado por termostato. En tal sistema, la retroacción reguladora produce la autonomía térmica del conjunto calentado. pero este bucle retroactivo resguarda realmente un proceso complejo, en donde los productos y los efectos últimos se convierten en elementos primeros. Funciona entonces ahí el principio de bucle recursivo en donde la noción de regulación esta superada por la de autoproducción y auto-organización. Esto es un proceso recursivo y generativo mediante el cual una organización activa produce los elementos y los efectos necesarios a su propia generación o existencia. La recursión aporta una dimensión lógica que, en términos de praxis organizacional, significa producción de si y re-generación. La imagen del remolino aclara esa idea de recursividad organizacional. Un remolino es un organización activa estacionaria, que presenta una forma constante; aunque a esta la constituya un flujo ininterrumpido. Lo que significa que el fin del remolino es a su vez su vez comienzo y que el movimiento circular constituye al mismo tiempo el ser, el generador y el regenerador del remolino. El aspecto ontológico de dicha organización estacionaria esta en que el ser sostien la organización que le mantiene. Llegamos a esta idea capital: un sistema que se buclea a si mismo crea su propia autonomía. Dicha idea permite comprender el fenómeno de la vida como sistema de organización activa capaz de auto-organizarse y, sobre todo, de auto-reorganizarse. El principio de auto-organización (autonomía/dependencia) es por consiguiente un operador del pensamiento complejo. Este principio es válido para todo ser vivo que, para guardar su forma (perseverar en su ser), debe auto-producirse y autoorganizarse; gastando y sacando energía información y organización del ecosistema en donde existe. Dicho ser vivo debe concebirse como un ser auto-eco-organizador, ya que la autonomía es inesperable de la dependencia. Otro operador es el de la idea sistemica u organizacional, que relaciona el conocimiento de las partes con el conocimiento del todo. Recuerde del Pensamiento de Pascal: "siendo todas las cosas causadas y causantes (...) yo tengo por imposible conocer las partes sin conocer el todo, así como conocer el todo sin conocer particularmente las partes". El todo y las partes están organizados, relacionados de manera intrínseca. Esto muestra como toda organización hace surgir cualidades nuevas, que no existan en las partes aisladas y que son las emergencias organizacionales. La concepción de estas emergencias es fundamental, si se quiere comprender la religación de las partes con el todo y del todo con las partes. La emergencia posee, como tal virtud de acontecimiento y de irreductivilidad; es una cualidad nueva intrínseca que no se deja descomponer, y que no se deduce de los elementos anteriores. Se impone luego como dato fenomenal que el entendimiento debe constatar las entradas. Esta idea se encuentra profundizada en otro operador del pensamiento complejo que llamo el principio hologramático, el cual reza: no solo las partes están en el todo, sino que el todo esta al interior de las partes. El ejemplo genético muestra que la totalidad del patrimonio hereditario se encuentra en cada célula singular. El ejemplo sociológico muestra que la sociedad, como todo, hallase en cada individuo, en calidad de todo, a través de su lenguaje, de su cultura, de sus normas.
Por lo que se refiere a la idea de dialógica, esta permite relacionar temas antagonistas que están al límite de lo contradictorio. Lo que quiere decir que dos lógicas, dos principios, se unen sin que la dualidad se pierda en la unidad; de donde resulta la idea de "unidualidad" que yo propuse para ciertos casos; como en el del hombre, cuyo ser es unidual, es decir al mismo tiempo totalmente biológico y totalmente cultural. Lo que importa aquí es superar las alternativas o bien: la unidad, o bien la multiplicidad. La dialógica es la complementariedad de los antagonismos. Esto encuentra su filiación en la dialéctica. Sin embargo, la fuente profunda debe ser buscada en el pensamiento contradictorial del Heráclito, quien concibe la pluralidad en lo uno. La unidad de un ser, de un sistema complejo, de una organización activa no es entendida por la lógica identitaria, ya que no solo hay diversidad en lo uno, sino también relatividad de lo uno, alteridad de lo uno, incertidumbres, ambigüedades, dualidades, escisiones, antagonismos. Hay que entender que lo uno es en realidad relativo con respecto a lo otro. No se le puede definir únicamente de manera intrínseca; necesita, para poder surgir, de su entorno y de su observador. Lo uno es pues complejo. Es una identidad, compleja. Es como todo lo que produce individualidad, autonomía, identidad, permanencia en sus formas una Unitas Multiplex. Yo escribí, en Pensar Europa, que vivimos la ilusión de que la identidad es una-e-indivisible, a sabiendas de que siempre es una Unitas Multiplex. (unidad compleja). Todos somos poly-identitarios en el sentido en que unimos en nosotros una unidad familiar, una unidad transnacional, eventualmente, una unidad confesional o doctrinal. Yo diría al fin que la inyección de antagonismo en el corazón de la unidad compleja es sin duda el golpe más grave dado al paradigma de simplicidad, amen del llamado más claro a elaborar el principio del método de la complejidad. Ahora bien, ¿ quién objetiviza, concibe y piensa en la complejidad que surge en el corazón de lo uno como relatividad, relacionalidad, diversidad, alteridad, duplicidad, ambigüedad, incertidumbre, antagonismo, y en la unión de estas nociones que son, unas con otras, complementarias, concurrentes y antagonistas? . Dicho de otra manera, es necesario operar la restauración del sujeto por medio del principio de reintroducción del conociente en todo conocimiento, y sacar a luz la problemática cognitiva que oculta el paradigma de simplificación: de la percepción a la teoría científica, todo conocimiento es una reconstrucción/traducción por un espíritu/cerebro, en una cultura y un tiempo dados."

NVG: "Usted decía hace un momento que la dialógica saca raíces de la dialéctica. sin embargo, cuando uno lee su obra sabe que si el pensamiento complejo es dialogico, es porque en la complejidad la dialéctica se vuelve inoperante. Querría precisarnos las relaciones que mantiene la dialógica con una dialéctica que va por lo demás encerrada en un movimiento trifacético, con el cual, en definitiva, se excluye la contradicción y la negación? pues, en la dialéctica todo adviene como si, por un giro lógico, se excluyera la negatividad; mientras que por el contrario, la dialógica incluye la singularidad íntegra de una negación, de un desorden o de lo aleatorio."
EM: "En realidad, la dialéctica también incluye la negación; puesto que la dialéctica hegeliana, por ejemplo, procede por negación y negación de la negación. Es decir que, a pesar de todo, existe el momento de lo negativo. Pero, de hecho, creo que la diferencia esta en que la dialéctica, siguiendo a Hegel, siempre es un poco eufórica. Tesis y antítesis siempre dan síntesis. Siempre esta ahí el tercer término para superar la contradicción. Mientras que yo pienso que, si bien se puede superar en ciertos casos la contradicción, hay, al fin, contradicciones fundamentales insuperables. Tenemos por ende, al pensar, que cargar con la contradicción. La contradicción nos invita al pensamiento complejo. Por eso es por lo que me siento más cercano a Heráclito que dice: "vivir de muerte y morir de vida". El no dice que la vida y la muerte son superables. En realidad, la vida esta preñada en una interacción dialógica permanente, en un antagonismo irreductible y, al mismo tiempo, en una complementariedad con la muerte, la destrucción, la corruptibilidad."
NVG: "Yo pensaba que partiendo de su dialógica se reconocería una concepción no-hegeliana de la dialéctica, la cual se encuentra ya en el diálogo socrático, en donde no tanto se trata de excluir al otro como tal, sino de hacer surgir con el otro, conocer por medio de, justamente el diálogo, las contradicciones y los antagonismos; es decir, sabe darle palabra (vía) a los antagonismos, a las contradicciones, a las exclusiones. Siendo esto una lección de ética y de política."
EM: "Si, eso también se puede pensar. Siempre necesitamos la oposición de dos o varias argumentaciones; nuestra búsqueda de la verdad solo se puede llevar a cabo y progresar a través de la controversia. Esta idea muestra como, en Sócrates por ejemplo, uno progresa eliminando ciertos errores a través de diferentes fases de oposición. Pero yo me refería sobretodo a la oposición a Hegel, pues este considera fundamentalmente que no hay azar, es decir que no existe en la Naturaleza la imprevisibilidad. En la dialéctica hegeliana, en efecto, lo uno se divide en dos; con el segundo término empieza la oposición. Habría que decir que dos se convierte también en uno. Cuando surge, por ejemplo, un encuentro inédito entre ácidos nucleicos y proteínas, hay vida. El pensamiento complejo permite comprender esta emergencia organizacional nueva, esta creación del encuentro entre dos instancias singulares.
Volviendo a su primera pregunta diría que el paradigma de complejidad, tal como lo entiendo, es lo que subsuma los conceptos claves y las relaciones lógicas que controlan al pensamiento. Por ejemplo, el "gran paradigma de Occidente", bien formulado por Descartes, se funda en la disyunción entre el espíritu y la materia, la filosofía y la ciencia, el alma y el cuerpo. Este principio de separación sigue dominando. Pienso que hay que sustituirlo por un paradigma de complejidad. El cual se fundaría en la distinción, claro está, pero sobre todo en el enlace; sea de mutua implicación o inseparabilidad. En el paradigma perdido(sobre la Humanidad), por ejemplo, me opongo al paradigma de disyunción que cree conocer el Hombre sustrayéndole de la naturaleza, y según el cual: conocer al Hombre significa eliminar en éste la parte natural. También e opongo al paradigma de reducción que pretende conocer lo que es el Hombre integrándole en la naturaleza, buscando en la naturaleza, buscando explicar los comportamientos humanos a partir de las estructuras de una sociedad de hormigas o de simios. Pienso, por el contrario, que existe un paradigma de unidad, de distinción y de implicación mutuas. Tomemos el ejemplo psíquico: el cerebro implica el espíritu que implica el cerebro; es decir que el cerebro produce un espíritu que le concibe y el espíritu y cerebro dentro de una unidualidad compleja.
El paradigma controla pues el pensamiento. Esta inconsciente y los espíritus le obedecen. Hay concepciones que, aunque mutuamente opuestas, obedecen al mismo paradigma. El científico que desprecia la filosofía y el filosofo que desprecia la ciencia obedecen ambos al mismo paradigma de disyunción. Pienso que el pensamiento complejo, debido a su epistemología propia, hace consciente el problema paradigmático .
Por otro lado, seguramente, el paradigma de complejidad no puede ser un paradigma consciente sin lenta instauración y difícil enraizamiento. Lo que requiere una reforma del pensamiento y de la educación; al final de la cual, el paradigma de complejidad podrá operar por si mismo.
Me preguntaba usted qué es bucle dialógico. Yo diría que, en realidad, las dos palabras claves del pensamiento complejo son: bucle y dialógica. La dialógica juega al interior del bucle. Por ejemplo, nosotros somos el producto de un proceso sexual, pero somos al mismo tiempo productores, pues el proceso continua. He ahí el bucle. Somos producto y productor en la continuación y en la perpetuación de la especie humana. Si vamos más lejos, hay ya en el seno de cada cual una dialógica entre lo individual/fenomenal, y lo especie/reproducción. Se comprende que haya un antagonismo, y lo manifestamos, al decir que queremos utilizar el acto sexual para el gozo y no para la reproducción. Se utilizan entonces métodos que impiden la concepción. Es decir, lo que va unido, como, digamos: gozo y reproducción, tratamos de utilizarlo disyuntivamente para nuestro gozo personal; eliminando así el aspecto reproductor. Un antagonismo persiste en el seno de la complementariedad entre lo generativo y lo fenomenal digamos para simplificar entre la especie y lo individual. Pero todo esto se sitúa al interior del bucle dialógico."
NVG: "Usted indica las diferentes emergencias del paradigma de complejidad en su obra magna El método; esta tiene un título muy cartesiano. Ahora bien, si de entrada se reconoce la deuda cartesiana, es con el fin de marcar mejor su diferencia. En la Introducción general del tomo 1, La naturaleza de la Naturaleza, usted escribe que para dirigir bien la razón hoy en día, y buscar la verdad en las ciencias, hay que comenzar por la incertidumbre. Si el método cartesiano es un programa, con criterio de veracidad infalible y sujeto indubitable, el suyo es una estrategia autorecursiva que implicaría una "inversión cartesiana". Igualmente escribe usted, en Ciencia con conciencia, que la misión del método no es asegurar un criterio de infalibilidad, ni ofrecer una proposición indubitable, a la manera cartesiana, sino "invitar a pensar por si mismo en la complejidad". Como contextualizar y globalizar nuestro conocimiento, con el fin de aceptar el desafío de la incertidumbre?"
EM: "Primero esta Descartes y después el cartesianismo. Si, el aspecto histórico y paradigmatico del cartesianismo ha sido el principio de separación y el principio de reducción, la "inversión" es, de hecho, un rechazo de la reducción y de la separación, es, paradigmaticamente, una oposición al cartesianismo.
Dicho esto, Descartes también comienza por la incertidumbre, pues duda, y hasta imagina. Descartes comienza, en efecto, por lo indubitable; pero yo diría que la cosa indudable que afirma, es consciente. Aquí reside el interés del cogito; pues de la duda surge la incertidumbre. Es la toma de conciencia del cogito, Descartes aplicaba por adelantado un método del bucle recursico. El decía: "yo pienso", lo que significa: "pienso-que-pienso", es decir: "pienso-yo-pensando". Así se objetiviza en un yo-mismo el yo, el cual es la instancia del sujeto. El yo-mismo diferente del yo y, a la vez, es el mismo yo; puesto que hay una especie de logicial que separa y diferencia el yo del yo-mismo, y, a la vez, les reúne e identifica. Tenemos pues esta serie diferencial: pienso-yo-pensando, luego me objetivizo como sujeto, luego soy a la primera persona del singular. Soy un sujeto. En consecuencia, el cogito cartesiano es recursivo antes de tiempo; sin embargo, hay que completar el cogito ergo computo ergo sum, puesto que la autocomputación efectúa las operaciones fundamentales de distinción/unificación, necesarias al cogito. La cogitación de esta computación emerge como conocimiento de si del sujeto. Además, cosa admirable!: las operaciones del computo permanecen inconscientes al yo consciente, a quien el cogito se impone de por si.
Dicho esto, para contextualizar y globalizar un conocimiento, hay que relacionarlo y relacionarlo con los operadores del pensamiento complejo. Venga a colación el principio clave de auto-eco-organización, que significa que todo ser vivo no puede ser comprendido sino porque se autonomiza y se eco-organiza para existir, sino porque es un ente que toma y gasta energía para vivir. En efecto, solo se puede pensar en un ser vivo en/contra/con su medio ambiente y su auto-ecología. De hecho, la autonomía hay que pensarla como dependencia con respecto a una organización exterior. Cuando se este consciente de ese tipo de razonamiento dialogico, globalizar y contextualizar corre por cuenta propia. Para lo cual se requiere un método que no sea un programa, sino una incitación a pensar por si-mismo, en función de sus propios principios a globalizar por si-mismo, en función del tema de su propios conocimiento."
NVG: "Siguiendo una tradición, usted adhiere en su obra a la tesis de que la Modernidad occidental surge con la formulación por Descartes de una idea de separación entre el sujeto que piensa, el objeto pensado y la causa que asegura la permanencia del sujeto-pensante, a saber, Dios. Subraya también que dicha idea de separación está gobernada por el paradigma de simplificación (reducción/disyunción), el cual usted califica de "gran paradigma de pensamiento occidental". Ahora bien, como usted sabe, la idea de disociación permitió la emergencia de la tolerancia y del libre pensamiento (lo que Kant resumía en su respuesta a la pregunta: Qué es la Ilustración?, con el lema: separe aude! Ten el valor de servirte a tu propia Razón!"). El paradigma de simplificación, al disociar: sujeto (Individuo), objeto (Mundo), ser (Dios) provocó igualmente múltiples tentativas para pensar separadamente la filosofía, la ciencia y la teología; también contribuyo a la instauración de instancias separadas de saber y/o poder. De seguro se levantarían muros epitemológicos, enciclopédicos, onto-ideo-lógicos; sin embargo, el paradigma de simplificación/reducción/disyunción funcionaria hasta desbordar las perspectivas de pensadores de la Modernidad; y a pesar de luchas intestinas para decidir cual juicio (del filosófico, científico o teológico) predominaría en cuestiones esenciales sobre el Hombre, el Mundo y Dios.
En efecto, desde el punto de vista político, se debe al paradigma de disyunción la concepción de una separación entre poderes laicos y poderes religiosos, como también el facilitamiento de instrumentos conceptuales para denunciar amalgamas del fanatismo y/o la "guerra santa". Desde el punto de vista filosófico, la idea de disociación permite enfocar una ruptura ontológica entre esencia y existencia, pensar en una existencia que preceda a la esencia, donde el paradigma de simplificación, así fuera reductor, permitió pues llegar a conocimientos útiles incluso, a una revolución industrial que realizo, por lo menos materialmente, el voto cartesiano de "convertirnos como en maestros y dueños de la naturaleza".
Ahora bien, resulta que con la bomba nuclear, el crimen contra la Humanidad, las manipulaciones genéticas, la sobredicha analogía cartesiana muestra la faz diabólica de su pretensión divina. En suma, pasamos del suicidio individual al colectivo. Pero, para tomar conciencia de ser hoy en día "suicidas planetarios" en potencia, para comprender las cuestiones esenciales que suscita nuestra condición contemporánea, el paradigma de simplificación y la idea de disociación son inoperantes, sin dejar por eso d influenciarnos profundamente. Como explica usted esta situación crítica?"
EM: "Su pregunta es densa. Veamos las premisas. Digo que pensar/computar/conocer es siempre separar y relacionar. Siempre van juntas esas operaciones. Lo que significa que en el acto de pensar, siempre hay una función sintética que recompone. Yo crítico la hegemonía sin contraparte de la separación sobre la religación.
Por otro lado, el pensamiento complejo se funda en el reconocimiento de la Unitas Multiplex, la cual es una noción típicamente dialogica. Es decir, el uno contiene lo múltiple y ve un múltiple sin unidad, o bien abstrae una unidad homogénea en donde se pierden las diferencias singulares. Un pensamiento que compartimenta las culturas, los individuos, etc., aplica dicho tipo de racionamiento. Por el contrario, todo el esfuerzo del pensamiento complejo esta en captar la diversidad y la plurabilidad en la unidad, en pensar lo real bajo el concepto de Unitas múltiplex.
Tomemos el ejemplo político de la democracia, para la cual las cosas deben ser separadas, diversas y relacionadas; pues se requieren conflictos de ideas, separaciones de poderes, con el fin de impedir la instalación de un poder homogeizador y molítico.
En cuanto a la tolerancia, esta no solo se funda en el necesario y fecundo reconocimiento de diversidad, de pluralidad, de conflictos de ideas y de democracia, también es plurivoca. Voltaire indicaba un primer sentido al decir que si usted tiene una idea innoble, que me repugna, yo estoy dispuesto a dar mi vida para que usted pueda expresarla. Hay aquí un respeto inalienable de la argumentación del otro, del derecho a la expresión del otro. Un segundo sentido reside en la idea de democracia, es decir, para que haya pluralidad tenemos que tolerar las ideas contrarias a las de uno. Un pensamiento de Pascal formula un tercer sentido de tolerancia: "Lo contrario de una verdad profunda no es un error, sino una verdad contraria". Esto quiere decir que la dialogica, en su formulación de la veracidad, conserva la oposición y muestra la complementariedad. Por lo demás, ya he escrito que el pensamiento complejo integra y desborda al pensamiento simplificante. Si digo, por ejemplo, "vivir de muerte y morir de vida", lo que es una formulación compleja y aparentemente contradictoria, puedo, empero, descomponerla de manera racional, obedeciendo a la lógica disyuntiva. Digo así que el organismo es un ser vivo; digo como produce moléculas que sustituyen las usadas, o produce células que reemplazan las envejecidas; digo como la muerte o la descomposición integra la organización vital, etc., etc.,; pero, he de hecho explicado el fenómeno vida? Y, lo que presento bajo la forma de elementos disjuntos, es de veras separable? No digo que haya que reemplazar la separación por la inseparabilidad; digo que tenemos que pensarlas juntas: pensar separación/inseparabilidad.
Es cierto que la disyunción permitió el desarrollo de conocimientos científicos especializados. Pero yo diría que, inconscientemente, lo más fecundo ha sido el mismo principio de reducción. La obsesión de los físicos era encontrar la "piedrita elemental" con la cual esta construido el mundo físico. Encontraron entonces el átomo, luego la molécula, luego la partícula que no es una "piedrita" sino una cosa incierta, vacilante y compleja. Mire el "descubrimiento de América": buscaban India y encontraron América. En los grandes descubrimientos de la ciencia del siglo XLX se buscaba la reducción y se encontró lo irreductible. En ese sentido, el principio de reducción tiene cierta fecundidad.
No es menos cierto que se requería operar una disyunción entre ciencias y religión, entre ciencia y política. Por qué? Por la fragilidad de la ciencia en sus comienzos, ya que teniendo por imperativo el conocer por conocer, no podía soportar las censuras de la teología y de la política. La ciencia se limito entonces al campo cognitivo; eliminando de su campo investigativo lo moral y lo político. Tales fueron las condiciones del desarrollo científico. Hoy en día ya no sirven, pues la ciencia y la tecnología han desarrollado tan grandes poderes que su ejercicio crea problemas éticos ineludibles: con la proliferación nuclear, las manipulaciones genéticas y bioquímicas, en el cerebro humano por ejemplo, la conservación misma de nuestra especie está en peligro. Por eso, ciencia y técnica no deberían actuar hoy sin un pensamiento que enlace, globalice y contextualice todas las implicaciones de su existencia.
Pienso, por consiguiente, que el imperativo de religación es algo fundamentalmente contemporáneo. Esto manifiesta su necesidad vital, ahora que estamos en condiciones mundiales criticas. Esta época de crisis requiere un pensamiento complejo.
Volviendo al paradigma de disyunción, hay que decir que mi objetivo nunca ha sido unificar todo lo separado en un pensamiento de completitud, sino lanzar un desafío en pos de la religación, y la complejidad es algo fundamentalmente contemporáneo. Esto manifiesta su necesidad vital, ahora que estamos en condiciones mundiales criticas. Esta época de crisis requiere de un pensamiento complejo.
No tengo una concepción simplista de las cosas, que consista por ejemplo en enfocar la complejidad como puro rechazo de lo simplificante, de la lógica aristotélica o de principio de separación; por el contrario, mi concepción del pensamiento complejo indica la integración de lo sobredicho en un principio relacional y rotativo continuo."

NVG: "El principio del tercero incluido es una de sus aportaciones al pensamiento complejo, con el fin de entender la dialogica de toda complejidad. Ahora bien, este instrumento conceptual rompe con el principio de identidad y el principio de no contradicción de la lógica clásica. Con lo cual no solo estalla cierto tipo de lógica y de geometría, sino que también toda una onto-ideo-logía y toda una visión del mundo se vuelven inoperantes a la hora de atacar los problemas para comprender un mundo abierto e indefinido. Podría usted profundizar esta problemática?.

EM: “Sepa que no soy tan radical. Creo haber escrito en Las Ideas (El Método, tomo 4), que fuera de la lógica clásica no se puede fundar una lógica; ya que todas las lógicas no-aristotélicas son permisivas, es decir; no son imperativas.
Para mi el tercero incluido es una transgresión lógica necesaria, inseparable del principio dialogico. Esto significa que el mismo conlleva su propio antagonismo, su propia multiplicidad: yo soy no soy. Cuando digo, por ejemplo, "hablo" el yo habla como sujeto consciente de si. Al mismo tiempo, hay toda una maquinaria funcionando en el cerebro y en el cuerpo, de la cual soy inconsciente. También pasa por mi toda una cultura que habla, una "maquina hablante", un nosotros que habla por esa maquina. Hay anonimato. Hay ello hablando. Esto significa pues que el principio de identidad es, de hecho, complejo. Comporta en la unidad heterogeneidad y pluralidad. En ese sentido, el principio de tercero incluido significa que se puede ser uno mismo y otro. Con eso escapamos a toda alternativa disyuntiva. Gracias al principio de tercero incluido podemos considerar y relacionar temas que aparentemente se deberían excluir o ser antagónicos. Repito pues que para mi la lógica clásica reaparece en cada operación segmentaria del pensamiento y en cada operación heurística de verificación retrospectiva. Pero se le transgrede en todas las operaciones creativas e innovantes del pensamiento. Por eso tenemos que mantener la rotatividad entre lo uno y lo otro.
Hay que saber también que en el proceso del raciocinio la lógica sirve de muletas, pero nunca de pies. Para retomar la vía (el método) de un pensamiento, siempre se debe volver al movimiento. En suma, la dialogica que propongo no constituye otra lógica nueva, sino una manera de utilizar la lógica en función de un paradigma de complejidad; es decir, cada operación fragmentaria del pensamiento dialogico obedece de hecho a la lógica clásica, pero no su movimiento de conjunto, su movimiento de pensamiento.
El principio de tercero excluido constituye, por supuesto, un potente parapeto. Solo hay que abandonarlo cuando la complejidad del problema encontrado y/o verificación empírica obliga(n) a abandonarlo. No se puede abolir el tercero excluido; se le debe modificar en función de la complejidad.
Lancemos el desafío: el tercero debe ser excluido o incluido según la simplicidad o complejidad encontradas y, allí donde haya complejidad, en función de un examen fragmentario, fraccional, analítico, o en función de la globalidad de la formulación compleja. El campo del tercero excluido es sin duda válido para casos simples. Empero la dialogica se establece donde haya complejidad. Pues dialogica es precisamente el tercero incluido.
Con el pensamiento complejo desaparece, por supuesto, la visión de un mundo racionalista, rígido y cerrado. En otras palabras, la lógica no solo esta en mi método al servicio de la racionalidad y en detrimento del pensar, sino que también es un instrumento heurístico que el pensamiento utiliza para verificar, y transgrede para globalizar. En todo caso, trato de situarme sin pretender que se pueda alegar por otra lógica nueva, y esto, mas aun cuando, a pesar de todas las lógicas dadas desde Aristóteles, para mi la cuestión lógica implica, de hecho, una dialogica en el seno de la Unitas múltiplex; es decir, en el seno de lo que es la vida, la realidad, el hombre, la sociedad; en el seno de macroconceptos donde aparece la transgresión al pensamiento cerrado y simiplificante."
NVG: "Vivimos una época de múltiples saberes. Cada saber posee su objeto, cree poseer método propio, hipótesis propias y propias aplicaciones. Esto lleva a que nos encontremos en un reino de experto que se dice maestro en su terreno. Cuando el político o el simple ciudadano deben reflexionar sobre las implicaciones y consecuencias de tal o cual saber, el experto surge como conocedor patentado e ineludible del problema en cuestión. El experto no solo pasa por criterio de veracidad y cientificidad, sino por "garantía moral" para no actuar mal. Parece, sin embargo, que lo más grave en el reino de los expertos sea el estado de pseudo-estética o pseudo-ética, donde relegan a la reflexión individual y al necesario pensar por si-mismo. A la hora de asumirse como sujeto-pensante, de sacar todas las consecuencias y de enfrentar todas las responsabilidades de un conocimiento comprometido, uno se ve obligado a llamar a un experto; pues de lo contrario solo consideran al juicio individual como sensiblería. Y, puesto que “en gustos no hay disgustos”, excluyen al sujeto-pensante del diálogo social y político, del diálogo científico y filosófico. He ahí, en suma, el diálogo confiscado en una lucha intestina entre expertos que buscan representación de poder. Qué puede hacer el pensamiento complejo contra esa usurpación, esa manipulación y esa alienación del sujeto-pensante?”
EM: “Por desgracia, creo que mientras no se arraigue, el pensamiento complejo no puede hacer gran cosa. Si se le desarrolla y se le extiende, será, en cierto modo, el antídoto contra esa parcelación, esa compartimentación, esa irresponsabilización y, hay que decirlo: esa cretinización. Pero, de qué vale un poquito de antídoto contra un mal tan extendido? Qué vale un kilo de arroz para toda la populación hambrienta de Burundi?
Yo escribí, al respecto, que la revolución no se juega hoy entre ideas opuestas en una lucha vida o muerte por veracidad o bondad, sino en el terreno de la complejidad del modo de organización de las ideas. En efecto, como articular, como organizar las ideas e informaciones que dan acceso al mundo actual? He ahí, el problema de la reforma del pensamiento; la cual incumbe a todo ciudadano, como lo escribí en Tierra-Patria. Entre tanto, el pensamiento complejo se manifiesta cada vez que un pensamiento simplificante conduce a crisis. Tomemos el ejemplo de “ vacas locas” o “sangre contaminada”, donde los imperativos de una racionalización radical llevaron al horror y a la muerte de inocentes.”
NVG: “En la Introducción a El Método 1, usted escribe que es necesario poner en circuito pedagógico las grandes esferas FISIS/BIOS/HOMO. Usted propone una manera inédita de concebirlas, que implica a la par reforma del entendimiento y reforma educativa. Por qué necesitamos hoy una educación de tipo “paideia planetaria?” En qué consiste? Qué proyecto pedagógico inédito conlleva?.”
EM: “En realidad, pienso que será necesario empezar por la Primaria, introduciendo interrogantes fundamentales: quiénes somos? De donde venimos? A dónde vamos? Qué hacemos? Dónde estamos? Qué es la realidad? Qué es el mundo? Si empezamos por esas preguntas, si empezamos por interrogar el ser humano sobre si-mismo, descubrimos que somos un ser físico, biológico, sicológico, social. Entonces podemos proyectar de relacionar y de enlazar las diferentes disciplinas. Cuando uno descubre la biología, ve que esta lleva a la química, que a su vez conduce a la física, y ésta a la microfísica. También hay que indicar, desde el comienzo de toda iniciación cognitiva, que somos partículas formadas en los primeros segundos del Universo, que llevamos átomos de soles anteriores. De esta manera pedagógica se empieza relacionando y problematizando, pues educar tiene por misión profunda problematizar y cultivar. Y cultivar quiere decir: ser capaz de dar a cada uno los medios para que, por sí mismo, contextualice, globalice y relacione. He ahí, pues, el problema del proyecto pedagógico, que se debe implantar en la Primaria, y que debe proseguir cada individuo por su lado. En esto puede colaborar la constitución de ciencias sistémicas, como la Ecología, las ciencias de la Tierra y, en cierto sentido, la Cosmología. En estas ciencias se utilizan diferentes disciplinas para establecer una comunicación entre las mismas y una religazón que comprenda la complejidad del sistema. Es decir, no se trata de ninguna manera de suprimir ahí las disciplinas, sino de relacionar sus aportaciones. En la Geografía, por ejemplo, hay un nuevo desarrollo para el pensamiento complejo, gracias a todas las relaciones que van del zócalo geológico a la geografía humana.
Hay pues casos en donde los conocimientos se pueden relacionar y articular. Si me tocara reformar la Educación, tocaría dar en la enseñanza, por ejemplo, una concepción compleja de la biología y la sociología, para que no se les entienda de manera compartimentada. Pienso que hay muchas perspectivas pedagógicas para el desarrollo y el arraigamiento del pensamiento complejo.”
NVG: “En que sentido se puede decir que el pensamiento complejo es un modo de pensar que permite tomar consciencia de los paradigmas que gobiernan, manipulan y alienan el entendimiento; trátese, por ejemplo, del paradigma de simplificación de la razón clásica, o de paradigmas contemporáneos, como los de “fin de la Historia” o “pensamiento único”.
EM: “Podemos de veras decir que “fin de la Historia” o que “pensamiento único” sean paradigmas? Creo que no son paradigmas sino tesis que pretenden ser conclusiones teóricas. Mire, pienso que si trata de Historia, estamos más bien en los albores. Luego, la hipótesis de que esté condenada a permanecer en su albor, se le puede enfocar, en el caso de un cataclismo mundial, por ejemplo. De todas maneras, esa idea de “fin de la Historia”, como tal, me parece ridícula. Aunque hubiese sido posible al final de una obra gigantesca, como la de Hegel, quien estaba convencido de que el espíritu absoluto se encarnaría en el Estado Prusiano. Lo que era, por cierto, un final escleroso para un pensamiento genial. Pero, en el caso de Fukuyama... en fin, dejemos! Tal vez sea interesante comprender que en la época contemporánea, en donde uno no ve los más allá, puesto que no los hay, los más allá parecen posibles. Por qué? Uno ve que al final de un conjunto de contradicciones, de una serie de imposibilidades -véase la hipótesis del origen de la vida: más allá de cierta cantidad de moléculas, la organización química es imposible, solo hay dispersión. Se necesita entonces una metaorganización que haga surgir de ella misma cualidades nuevas, como la capacidad cognitiva, la auto-organización, la auto reparación, la auto-reproducción. En otras palabras, se puede pensar que la vida surgió porque en cierto momento dado hubo saturación y una organización química no lograba surgir para reunir elementos tan numerosos y contrarios. Pues hay que comprender que hay sistema cuando sus componentes no pueden adoptar todos sus estados posibles; es decir que en el orden sistémico un elemento gana organización y se somete a sus coerciones de carácter material. Este problema se presenta también, creo, en el origen del lenguaje. Fue necesario que se diera en cierto momento una saturación del sistema de gritos, vocales, etc., en el cual cada sonido, cada fonema tenía su significado, para que se llegara a un sistema, a una estructura llamada de “doble articulación “ (fonético-semántico) en donde los fonemas no significasen nada; es decir, tenemos fonemas y sonidos sin significación, pero sus enlaces crean palabras significantes.
Por otro lado, hoy llegamos a una época de imposibilidad a una época de lo posible y de lo imposible. La técnica, por ejemplo, permite que al hombre se le libere de la parte desagradable y aburridora del trabajo, lo que es una benedición, pero dicha benedición se traduce en la maldición del desempleo. Los políticos y los economistas saben que no basta con disminuir legalmente las horas de trabajo. Se necesita una reforma en cadena y a todos los eslabones del campo laboral. Las contradicciones hoy son macroscópicas: producimos con qué alimentar a toda la tierra y miles de niños mueren de hambre diariamente. Se podría hacer un catálogo horrible de todas nuestras imposibilidades. Por un lado hay una carrera desastrosa al crecimiento exponencial; pero, por el otro, en nombre de qué, uno pediría que se le detuviera en China o Brasil?
Cómo se efectúan pues los grandes cambios y las grandes revoluciones, los grandes cambios de estructura, las metamorfosis? Se efectúan cuando un proceso de descomposición se liga con un proceso de recomposición, el conjunto influenciado por fuerzas que se ignoran, pero convergen inconscientemente y tal vez provocan mutua sinergia. Yo diría, pues, que la reflexión sobre la misma complejidad de la evolución del mundo, del cosmos, de la vida, y de la humanidad implica situarse fuera de las pretensiones de lo insuperable, o del “fin de la Historia”; ya que las pretensiones más arrogantes se fundan en la idea de insuperabilidad. Como si viviéramos en la absoluta eternidad! Creo, pues, que toda revolución se realiza de manera imprevisible, porque, en el fondo, se trata de creaciones. Y lo propio de una creación es ignorar por adelantado lo que será. Lo sabemos después; pero ni siquiera después puede uno dar más que simples hipótesis de cómo y por qué se produce una revolución, una mutación creadora, una organización nueva. Y, suponiendo que sea posible computar todas las operaciones bio-química-culturales del cerebro de Mozart, no encontraremos nunca el algoritmo con que dar cuenta del como y del por qué surgió, en el sistema organizacional de la “máquina Mozart”, esa obra genial que llaman: Las noches de Fígaro.
Con respecto al “pensamiento único”, me parece que el problema está sobretodo en cierto tipo de estructura mental, la cual gobierna la gente que tiene de hecho posiciones polarizadas. Entre otras, los opositores al “pensamiento único”, eran los mismos partidarios de otro ex pensamiento único: el paleo-marxismo. Ahí se trata, siempre, de una estructura de pensamiento que controla en un sentido monolítico, reductor, en fin, en la imposibilidad de diálogo entre tesis antagónicas, y en la imposibilidad de una reflexión dialógica. He ahí el enemigo del pensamiento complejo: lo que nos encierra siempre en alternativas mutilantes. Y hay quienes, en su encierro mental, van hasta convertirse en asesinos.”
NVG: “Qué piensa usted de la ilusión que yace en “el pensamiento único”, la cual consiste en hacer creer que las posiciones contradictorias solo se les puede enfocar unívocamente, que la economía solo se puede conducir de una manera, que la política solo se le puede enfocar desde un punto de vista?”
EM: “Esa es, en efecto, la ilusión de pretender la insuperabilidad. Anote que “el pensamiento único” fue llamado así por parte de sus adversarios, pues tal pensamiento se cree depositario de la verdad, incluso, de la realidad. Estamos entonces frente a aquella ilusión del realismo, que pretende conocer lo real, incluso, controlarlo. Por supuesto, se trata de una realidad hecha de sus racionalizaciones, y en función de sus conceptos reductores; mientras que, de hecho, la realidad no se puede racionalizar. La realidad es enorme, invisible, misteriosa. Es por ello que “el pensamiento único” aspira forzadamente a adaptarse a las realidades actuales, lo que es cosa bastante poco realista, frente a todos los procesos en curso de transformación.
Si “el pensamiento único” tomara conciencia de que, de hecho, él también está sometido a los procesos de transformación del mundo actual, ya no sería más “único”, sino multidimensional. Sería pensamiento complejo.”

(Corrección técnica de Cristina Leiro, Buenos Aires, 2006)

4. La complejidad y la acción

fuente: http://www.lander.es/~lmisa/complej6.html
Textos del Profesor Edgar Morín

La acción es también una apuesta

Tenemos a veces la impresión de que la acción simplifica porque, ante una alternativa, decidimos, optamos. El ejemplo de acción que simplifica todo lo aporta la espada de Alejandro que corta el nudo gordiano que nadie había sabido desatar con sus manos. Ciertamente, la acción es una decisión, una elección, per es también una apuesta.
Pero en la noción de apuesta está la conciencia del riesgo y de la incertidumbre. Toda estrategia, en cualquier dominio que sea, tiene conciencia de la apuesta, y el pensamiento moderno ha comprendido que nuestras creencias más fundamentales con objeto de una apuesta. Eso es lo que nos habia dicho, en el siglo XVII, Blaise Pascal acerca de la fe religiosa. Nosotros también debemos ser conscientes de nuestras apuestas filosóficas o políticas.

La acción es estrategia. La palabra estrategia no designa a un programa predeterminado que baste para aplicar ne variatur en el tiempo. La estrategia permite, a partir de una decisión inicial, imaginar un cierto número de escenarios para la acción, escenacios que podrán ser modificados según las informaciones que nos llegen en el curso de la acción y según los elementos aleatorios que sobrevendrán y perturbarán la acción.

La estrategia lucha contra el azar y busca a la información. Un ejército envía exploradores, espías, para infornarse, es decir, para eliminar la incertidumbre al máximo, Más aún, la estrategia no se limita a luchar contra el azar, trata también de utilizarlo. Así fue que el genio de Napoleón en Austerlitz fue el de utilizar el azar metereológico, que ubicó una capa de brumas sobre los pantanos, considerados imposibles para el avance de los soldados. Él construyó su estrategia en función de esa bruma y tomar por sorpresa, por su flanco más desguarnecido, al ejército de los imperios.

La estrategia saca ventaja del azar y, cuando se trata de estrategia con respecto a otro jugador, la buena estrategia utiliza los errores del adversario. En el fútbol, la estrategia consiste en utilizar las pelotas que el equipo adversario entrega involuntariamente. La construcción del juego se hace mediante la deconstrucción del juego del adversario y, finalmente, la mejor estrategia -si se beneficia con alguna suerte- gana. El azar no es solamente el factor negativo a reducir en el dominio de la estrategia. Es también la suerte a ser aprovechada.
El problema de la acción debe también hacernos conscientes de las derivas y las bifurcaciones: situaciones iniciales muy vecinas pueden conducir a desvíos irremediables. Así fue que, cuando Martín Lutero inició su movimiento, pensaba estar de acuerdo con la Iglesia, y que quería simplemente reformar los abusos cometidos por el papado en Alemania. Luego, a partir del momento en que debe ya sea renunciar, ya sea continuar, franquea un umbral y, de reformador, se vuelve contestatario. Una deriva implacable lo lleva -eso es lo que pasa en todo desvío- y lleva a la declaración de guerra, a las tesis de Wittemberg (1517).

El dominio de la acción es muy aleatorio, muy incierto. Nos impone una conciencia muy aguda de los elementos aleatorios, las derivas, las bifurcaciones, y nos impone la reflexión sobre la complejidad misma.

La acción escapa a nuestras intenciones

Aquí interviene la noción de ecología de la acción. En el momento en que un individuo emprende una acción, cualesquiera que fuere, ésta comienza a escapar a sus intenciones. Esa acción entra en un universo de interacciones y es finalmente el ambiente el que toma posesión, en un sentido que puede volverse contrario a la intención inicial. A menudo, la acción se volverá como un boomerang sobre nuestras cabezas. Esto nos obliga a seguir la acción, a tratar de corregirla -si todavía hay tiempo- y tal vez a torpedearla, como hacen los responsables de la NASA que, si un misil se desvía de su trayectoria, le envían otro misil para hacerlo explotar.

La acción supone complejidad, es decir, elementos aleatorios, azar, iniciativa, decisión, conciencia de las derivas y de las transformaciones. La palabra estrategia se opone a la palabra programa. Para las secuencias que se sitúan en un ambiente estable, conviene utilizar programas. El programa no obliga a estar vigilante. No obliga a innovar. Así es que cuando nosotros nos sentamos al volante de nuestro coche, una parte de nuestra conducta está programada. Si surge un embotellamiento inesperado, hace falta decidir si hay que cambiar el itinerario o no, si hay que violar el código: hace falta hacer uso de estrategias.Es por eso que tenemos que utilizar múltiples fragmentos de acción programada para poder concentrarnos sobre lo que es importante, la estrategia con los elementos aleatorios.

No hay un dominio de la complejidad que incluya el pensamiento, la reflexión, por una parte, y el dominio de las cosas simples que incluiría la acción, por la otra. La acción es el reino de lo concreto y, tal vez, parcial de la complejidad.

La acción puede, ciertamente, bastarse con la estrategia inmediata que depende de las intuiciones, de las dotes personales del estratega. Le sería también útil beneficiarse de un pensamiento de la complejidad. Pero el pensamiento de la complejidad es, desde el comienzo, un desafío.

Una visión simplificada lineal resulta fácilmente mutilante. Por ejemplo, la poítica del petróleo crudo tenía en cuenta únicamente al factor precio sin considerar el agotamiento de los recursos, la tendencia a la independencia de los países poseedores de esos recursos, los inconvenientes políticos. Los políticos habían descartado a la Historia, la Geografía, la Sociología, la política, la religión, la mitología, de sus análisis. Esas disciplinas se tomaron venganza.

La máquina no trivial

Los seres humanos, la sociedad, la empresa, son máquinas no triviales: es trivial una máquina de la que, cuando conocemos todos sus inputs, conocemos todos sus outputs; podemos predecir su comportamiento desde el momento que sabemos todo lo que entra en la máquina. De cierto modo, nosotros somos también máquinas triviales, de las cuales se puede, con amplitud, predecir los comportamientos.

En efecto, la vida social exige que nos comportemos como máquinas triviales. Es cierto que nosotros no actuamos como puros autómatas, buscamos medios no triviales desde el momento que constatamos que no podemos llegar a nuestras metas. Lo importante, es lo que sucede en momentos de crisis, en momentos de decisión, en los que la máquina se vuelve no trivial: actua de una manera que no podemos predecir. Todo lo que concierne al surgimiento de lo nuevo es no trivial y no puede ser predicho por anticipado. Así es que, cuando los estudiantes chinos están en la calle por millares, la China se vuelve una máquina no trivial... ¡En 1987-89, en la Unión Sovietica, Gorbachov se condujo como una máquina no trivial! Todo lo que sucedió en la historia, en especial en situaciones de crisis, son acontecimientos no triviales que no pueden ser predichos por anticipado. Juana de Arco, que oye voces y decide ir buscar al rey de Francia, tiene un comportamiento no trivial. Todo lo que va a suceder de importante en la política francesa o mundial surgirá de lo inesperado.

Nuestras sociedades son máquinas no triviales en el sentido, también, de que conocen, sin cesar, crisis políticas, económicas y sociales. Toda crisis es un incremento de las incertidumbres. La predictibilidad disminuye. Los desórdenes se vuelven amenazadores. Los antagonismos inhiben a las complementariedades, los conflictos virtuales se actualizan. Las regulaciones fallan o se desarticulan. Es necesario abandonar los programas, hay que inventar estrategias para salir de la crisis. Es necesario, a menudo, abandonar las soluciones que solucionaban las viejas crisis y elaborar soluciones novedosas.

Prepararse para lo inesperado

La complejidad no es una receta para conocer lo inesperado. Pero nos vuelve prudentes, atentos, no nos deja dormirnos en la mecánica aparente y la trivialidad aparente de los determinismos. Ella nos muestra que no debemos encerrarnos en el contemporaneísmo, es decir, en la creencia de que lo que sucede ahora va a continuar indefinidamente. Debemos saber que todo lo importante que sucede en la historia mundial o en nuestra vida es totalmente inesperado, porque continuamos actuando como si nada inesperado debiera suceder nunca. Sacudir esa pereza del espíritu es una lección que nos da el pensamiento complejo.

El pensamiento complejo no rechaza, de ninguna manera, a la claridad, el orden, el determinismo. Pero los sabe insuficientes, sabe que no podemos programar el descubrimiento, el conocimiento, ni la acción.La complejidad necesita una estrategia. Es cierto que, los segmentos programados en secuencias en las que no interviene lo aleatorio, son útiles o necesarios. En situaciones normales, la conducción automática es posible, pero la estrategia se impone siempre que sobreviene lo inesperado o lo incierto, es decir, desde que aparece un problema importante.

El pensamiento simple resuelve los problemas simples sin problemas de pensamiento. El pensamiento complejo no resuelve, en sí mismo, los problemas, pero consituye una ayuda para la estrategia que puede resolverlos. Él nos dice: «Ayúdate, el pensamiento complejo te ayudará.»Lo que el pensamiento complejo puede hacer, es darle a cada uno una señal, una ayuda memoria, que le recuerde: «No olvides que la realidad es cambiante, no olvides que lo nuevo puede surgir y, de todos modos, va a surgir.»

La complejidad se sitúa en un punto de partida para una acción más rica, menos mutilante. Yo creo profundamente que cuanto menos mutilante sea un pensamiento, menos mutilará a los humanos. Hay que recordar las ruinas que las visiones simplificantes han producido, no solamente en el mundo intelectual, sino también en la vida. Suficientes sufrimientos aquejaron a millones de seres como resultado de los efectos del pensamiento parcial y unidimensional.

3. La necesidad del pensamiento complejo

fuente: http://www.lander.es/~lmisa/complej3.html
Textos del Profesor Edgar Morín

¿Qué es la complejidad? A primera vista la complejidad es un tejido (complexus: lo que está tejido en conjunto) de constituyentes heterogéneos inseparablemente asociados: presenta la paradoja de lo uno y lo múltiple. Al mirar con más atención, la complejidad es, efectivamente, el tejido de eventos, acciones, interacciones, retroacciones, determinaciones, azares, que constituyen nuestro mundo fenoménico. Así es que la complejidad se presenta con los rasgos inquietantes de lo enredado, de lo inextrincable, del desorden, la ambigüedad, la incertidumbre... De allí la necesidad, para el conocimiento, de poner orden en los fenómenos rechazando el desorden, de descartar lo incierto, es decir, de seleccionar los elementos de orden y de certidumbre, de quitar ambigüedad, clarificar, distinguir, jerarquizar... Pero tales operaciones, necesarias para la inteligibilidad, corren el riesgo de producir ceguera si eliminan los otros caracteres de lo complejo; y, efectivamente, como ya lo he indicado, nos han vuelto ciegos.
Pero la complejidad ha vuelto a las ciencias por la misma vía por la que se había ido. El desarrollo mismo de la ciencia física, que se ocupaba de revelar el Orden impecable del mundo, su determinismo absoluto y perfecto, su obediencia a una Ley única y su constitución de una materia simple primigenia (el átomo), se ha abierto finalmente a la complejidad de lo real. Se ha descubierto en el universo físico un principio hemorrágico de degradación y de desorden (segundo principio de la Termodinámica); luego, en el supuesto lugar de la simplicidad física y lógica, se ha descubierto la extrema complejidad microfísica; la partícula no es un ladrillo primario, sino una frontera sobre la complejidad tal vez inconcebible; el cosmos no es una máquina perfecta, sino un proceso en vías de desintegración y, al mismo tiempo, de organización.
Finalmente, se hizo evidente que la vida no es una sustancia, sino un fenómeno de auto-eco-organización extraordinariamente complejo que produce la autonomía. Desde entonces es evidente que los fenómenos antropo-sociales no podrían obedecer a principios de inteligibilidad menos complejos que aquellos requeridos para los fenómenos naturales. Nos hizo falta afrontar la complejidad antropo-social en vez de dislverla u ocultarla.
La dificultad del pensamiento complejo es que debe afrontar lo entramado (el juego infinito de inter-retroacciones), la solidaridad de los fenómenos entre sí, la bruma, la incertidumbre, la contradicción. Pero nosotros podemos elaborar algunos de los utiles conceptuales, algunos de los principios, para esa aventura, y podemos entrever el aspecto del nuevo paradigma de complejidad que debiera emerger.Ya he señalado, en tres volúmenes de El Metodo, algunos de los útiles conceptuales que podemos utilizar. Así es que, habría que sustituir al paradigma de disyunción/reducciön/unidimensionalización por un paradigma de distinción/conjunción que permita distinguir sin desarticular, asociar sin identificar o reducir. Ese paradigma comportaría un principio dialógico y tanslógico, que integraría la lógica clásica teniendo en cuenta sus límites de facto (problemas de contradicciones) y de jure (límites del formalismo). Llevaría en sí el principio de la Unitas multiplex, que escapa a la unidad abstracta por lo alto (holismo) y por lo bajo (reduccionismo).
Mi propósito aquí no es el de enumerar los «mandamientos» del pensamiento complejo que he tratado de desentrañar, sino el de sensibilizarse a las enormes carencias de nuestro pensamiento, y el de comprender que un pensamiento mutilante conduce, necesariamente, a acciones mutilantes. Mi propósito es tomar conciencia de la patología contemporanea del pensamiento.
La antigua patología del pensamiento daba una vida independiente a los mitos y a los dioses que creaba. La patología moderna del espíritu está en la hiper-simplificación que ciega a la complejidad de lo real. La patología de la idea está en el idealismo, en donde la idea oculta a la realidad que tiene por misión traducir, y se toma como única realidad. La enfermedad de la teoría está en el doctrinarismo y en el dogmatismo, que cierran a la teoría sobre ella misma y la petrifican. La patología de la razón es la racionalización, que encierra a lo real en un sistema de ideas coherente, pero parcial y unilateral, y que no sabe que una parte de lo real es irracionalizable, ni que la racionalidad tiene por misión dialogar con lo irracionalizable. Aún somos ciegos al problema de la complejidad. Las disputas epistemológicas entre Popper, Kuhn, Lakatos, Feyerabend, etc., lo pasan por alto. Pero esa ceguera es parte de nuestra barbarie. Tenemos que comprender que estamos siempre en la era bárbara de las ideas. Estamos siempre en la prehistoria del espíritu humano. Sólo el pensamiento complejo nos permitiría civilizar nuestro conocimiento.

2.Introducción al Pensamiento Complejo
fuente: http://www.lander.es/~lmisa/complej.html
Textos del Profesor Edgar Morín

Se reproducen algunos extractos de este libro que en su edición castellana ha sido publicado en España en 1995 por la editorial Gedisa.

Los siete principios del Pensamiento Complejo:

-El principio sistémico u organizacional
-El principio hologramático
-El principio de bucle retroactivo
-El principio de bucle recursivo
-El principio de auto-eco-organización: autonomía-dependencia
-El principio dialógico
-El principio de reintroducción del cognociente dentro de todo su conocimiento

Presentación

El presente texto es una compilación de ensayos y presentaciones del pensador frances Edgar Morin realizadas entre 1976 y 1988, los años durante los cuales su «método» comienza a cobrar como estructura articulada de conceptos. Es una introducción ideal a la obra de este hombre cuya desmesurada curiosidad intelectual y pasión ética evocan aquel apelativo de «genio numeroso» que Ernesto Sábato dedicara a Leonardo.
El diálogo estimulador del pensamiento que Morin propone a todos los que, ya sea desde la cátedra o los ámbitos más diversos de la práctica social, desde las ciencias duras o blandas, desde el campo de la literatura o la religión, se interesen en desarrollar un metodo complejo de pensar la experiencia humana, recuperando el asombro ante el milagro doble del conocimiento y del misterio, que asoma detrás de toda filosofía, de toda ciencia, de toda religión, y que aúna a la empresa humana en su aventura abierta hacia el descubrimiento de nosotros mismos, nuestros límites y nuestras posibilidades.
Vivimos un momento en el que cada vez más y, hasta cierto punto, gracias a estudiosos como Edgar Morin, entendemos que el estudio de cualquier aspecto de la experiencia humana ha de ser, por necesidad, multifacético. En que vemos cada vez más que la mente humana, si bien no existe sin cerebro, tampoco existe sin tradiciones familiares, sociales, genéricas, étnicas, raciales, que sólo hay mentes encarnadas en cuerpos y culturas, y que el mundo físico es siempre el mundo entendido por seres biológicos y culturales. Al mismo tiempo, cuanto más entendemos todo ello, más se nos propone reducir nuestra experiencia a sectores limitados del saber y más sucumbimos a la tentación del pensamiento reduccionista, cuando no a una seudocomplejidad de los discursos entendida como neutralidad ética.
Cuando nos asomamos a entender el mundo físico, biológico, cultural en el que nos encontramos, es a nosotros mismos a quienes descubrimos y es con nosotros mismos con quienes contamos. El mundo se moverá en una dirección ética, sólo si queremos ir en esa dirección. Es nuestra responsabilidad y nuestro destino el que está en juego. El pensamiento complejo es una aventura, pero también un desafío.

Primeras Nociones (en la Introduccion del libro de E. Morin, “Introducción al Pensamiento Complejo”)

Legítimamente, le pedimos al pensamiento que disipe las brumas y las oscuridades, que ponga orden y claridad en lo real, que revele las leyes que lo gobiernan. El término complejidad no puede más que expresar nuestra turbación, nuestra confusión, nuestra incapacidad para definir de manera simple, para nombrar de manera clara, para poner orden en nuestras ideas.
Al mismo tiempo, el conocimiento científico fue concebido durante mucho tiempo, y aún lo es a menudo, como teniendo por misión la de disipar la aparente complejidad de los fenómenos, a fin de revelar el orden simple al que obedecen.

Pero si los modos simplificadores del conocimiento mutilan, más de lo que expresan, aquellas realidades o fenómenos de lo que intentan dar cuenta, si se hace evidente que producen más ceguera que elucidación, surge entonces un problema: ¿cómo encarar a la complejidad de un modo no-simplificador? De todos modos este problema no puede imponerse de inmediato. Debe probar su legitimidad, porque la palabra complejidad no tiene tras de sí una herencia noble, ya sea filosófica, científica, o epistemológica.

Por el contrario, sufre una pesada tara semántica, porque lleva en su seno confusión, incertidumbre, desorden. Su definición primera no puede aportar ninguna claridad: es complejo aquello que no puede resumirse en una palabra maestra, aquello que no puede retrotraerse a una ley, aquello que no puede reducirse a una idea simple. Dicho de otro modo, lo complejo no puede resumirse en el término complejidad, retrotraerse a una ley de complejidad, reducirse a la idea de complejidad. La complejidad no sería algo definible de manera simple para tomar el lugar de la simplicidad. La complejidad es una palabra problema y no una palabra solución.

La necesidad del pensamiento complejo no sabrá ser justificada en un prólogo. Tal necesidad no puede más que imponerse progresivamente a lo largo de un camino en el cual aparecerán, ante todo, los límites, las insuficiencias y las carencias del pensamiento simplificante, es decir, las condiciones en las cuales no podemos eludir el desafío de lo complejo. Será necesario, entonces, preguntarse si hay complejidades diferentes y si se puede ligar a esas complejidades en un complejo de complejidades. Será necesario, finalmente, ver si hay un modo de pensar, o un método, capaz de estar a la altura del desafío de la complejidad. No se trata de retomar la ambición del pensamiento simple de controlar y dominar lo real. Se trata de ejercitarse en un pensamiento capaz de tratar, de dialogar, de negociar, con lo real.

Habrá que disipar dos ilusiones que alejan a los espíritus del problema del pensamiento complejo.

La primera es crear que la complejidad conduce a la eliminación de la simplicidad. Por cierto que la complejidad aparece allí donde el pensamiento simplificador falla, pero integra en sí misma todo aquello que pone orden, claridad, distinción, precisión en el conocimiento. Mientras que el pensamiento simplificador desintregra la complejidad de lo real, el pensamiento complejo integra lo más posible los modos simplificadores de pensar, pero rechaza las consecuencias mutilantes, reduccionistas, unidimensionales y finalmente cegadoras de una simplificación que se toma por reflejo de aquello que hubiere de real en la realidad.

La segunda ilusión es la de confundir complejidad con completud. Ciertamente, la ambición del pensamiento complejo es rendir cuenta de las articulaciones entre dominios disciplinarios quebrados por el pensamiento disgregador (uno de los principales aspectos del pensamiento simplificador); éste aísla lo que separa, y oculta todo lo que religa, interactúa interfiere. En este sentido el pensamiento complejo aspira al conocimiento multidimensional. Pero sabe, desde el comienzo, que el conocimiento complejo es imposible: uno de los axiomas de la complejidad es la imposibilidad, incluso teórica, de una omniciencia. Hace suya la frase de Adorno «la totalidad es la no-verdad». Implica el reconocimiento de un principio de incompletud y de incertidumbre. Pero implica también, por principio, el reconocimiento de los lazos entre las entidades que nuestro pensamiento debe necesariamente distinguir, pero no aislar, entre sí. Pascal había planteado, correctamente, que todas las cosas son «causadas y causantes, ayudadas y ayudantes, mediatas e inmediatas, y que todas (subsisten) por un lazo natural a insensible que liga a las más alejadas y a las más diferentes». Así es que el pensamiento complejo está animado por una tensión permanente entre la aspiración a un saber no parcelado, no dividido, no reduccionista, y el reconocimiento de lo inacabado e incompleto de todo conocimiento.

Esa tensión ha animado toda mi vida.

Nunca pude, a lo largo de toda mi vida, resignarme al saber parcelarizado, nunca pude aislar un objeto del estudio de su contexto, de sus antecedentes, de su devenir. He aspirado siempre a un pensamiento multidimensional. Nunca he podido eliminar la contradicción interior. Siempre he sentido que las verdades profundas, antagonistas las unas de las otras, eran para mí complementarias, sin dejar de ser antagonistas. Nunca he querido reducir a la fuerza la incertidumbre y la ambigüedad.

Desde mis primeros libros he afrontado a la complejidad, que se transformó en el denominador común de tantos trabajos diversos que a muchos le parecieron dispersos. Pero la palabra complejidad no venía a mi mente, hizo falta que lo hiciera, a fines de los años 1960, vehiculizada por la Teoría de la Información, la Cibernética, la Teoría de Sistemas, el concepto de auto-organización, para que emergiera bajo mi pluma o, mejor dicho, en mi máquina de escribir. Se liberó entonces de su sentido banal (complicación, confusión), para reunir en sí orden, desorden y organización y, en el seno de la organización, lo uno y lo diverso; esas nociones han trabajado las unas con las otras, de manera a la vez complementaria y antagonista; se han puesto en interacción y en constelación. El concepto de complejidad se ha formado, agrandado, extendido sus ramificaciones, pasado de la periferia al centro de mi meta, devino un macro-concepto, lugar crucial de interrogantes, ligado en sí mismo, de allí en más, al nudo gordiano del problema de las relaciones entre lo empírico, lo lógico, y lo racional. Ese proceso coincide con la gestación de El Método, que comienza en 1970; la organización compleja, y hasta hiper-compleja, está claramente en el corazón organizador de mi libro El Paradigma Perdido (1973). El problema lógico de la complejidad es objeto de un artículo publicado en 1974 (Más alla de la complicación, la complejidad, incluido en la primera edición de Ciencia con Conciencia). El Método es y será, de hecho, el método de la complejidad. Este libro, constituido por una colección de textos diversos, es una introducción a la problemática de la complejidad. Si la complejidad no es la clave del mundo, sino un desafío a afrontar, el pensamiento complejo no es aquél que evita o suprime el desafío, sino aquél que ayuda a revelarlo e incluso, tal vez, a superarlo.

ciencias sociales: April 2006

En este sitio se publica material de la asignatura "Problematicas Sociológicas y Antropológicas" , en adelante PSYA, de la Licenciatura en Psicología de la UAI

1. El paradigma de la complejidad

A continuación se transcriben textos de Edgar Morin, filosofo y sociologo representante del paradigma de la complejidad:

fuente: http://www.lander.es/~lmisa/complej5.html
Textos del Profesor Edgar Morín

No hace falta creer que la cuestión de la complejidad se plantea solamente hoy en día, a partir de nuevos desarrollos científicos. Hace falta ver la complejidad allí donde ella parece estar, por lo general, ausente, como, por ejemplo, en la vida cotidiana.

La complejidad en ese dominio ha sido percibida y descrita por la novela del siglo XIX y comienzos del XX. Mientras que en esa misma época, la ciencia trataba de eliminar todo lo que fuera individual y singular, para retener nada más que las leyes generales y las identidades simples y cerradas, mientras expulsaba incluso al tiempo de su visión del mundo, la novela, por el contrario (Balzac en Francia, Dickens en Inglaterra) nos mostraba seres singulares en sus contextos y en su tiempo. Mostraba que la vida cotidiana es, de hecho, una vida en la que cada uno juega varios roles sociales, de acuerdo a quien sea en soledad, en su trabajo, con amigos o con desconocidos. Vemos así que cada ser tiene una multiplicidad de identidades, una multiplicidad de personalidades en sí mismo, un mundo de fantasmas y de sueños que acompañan su vida. Por ejemplo, el tema del monólogo interior, tan importante en la obra de Faulkner, era parte de esa complejidad. Ese inner.speech, esa palabra permanente es revelada por la literatura y por la novela, del mismo modo que ésta nos reveló también que cada uno se conoce muy poco a sí mismo: en inglés, se llama a eso self-deception, el engaño de sí mismo. Sólo conocemos una apariencia del sí mismo; uno se engaña acerca de sí mismo. Incluso los escritores más sinceros, como Jean-Jacques Rousseau, Chateaubriand, olvidan siempre, en su esfuerzo por ser sinceros, algo importante acerca de sí mismos.
La relación ambivalente con los otros, las verdaderas mutaciones de personalidad como la ocurrida en Dostoievski, el hecho de que somos llevados por la historia sin saber mucho cómo sucede, del mismo modo que Fabrice del Longo o el príncipe Andrés, el hecho de que el mismo ser se transforma a lo largo del tiempo como lo muestran admirablemente A la recherche du temps perdu y, sobre todo, el final de Temps retrouvé de Proust, todo ello indica que no es solamente la sociedad la que es compleja, sino también cada átomo del mundo humano.
Al mismo tiempo, en el siglo XIX, la ciencia tiene un ideal exactamente opuesto. Ese ideal se afirma en la visión del mundo de Laplace, a comienzos del siglo XIX. Los científicos, de Descartes a Newton, tratan de concebir un universo que sea una máquina determinista perfecta. Pero Newton, como Descartes, tenia necesidad de Dios para explicar cómo ese mundo perfecto había sido producido. Laplace elimina a Dios. Cuando Napoleón le pregunta: «¿Pero señor Laplace, qué hace usted con Dios en su sistema?», Laplace responde: «Señor, yo no necesito esa hipótesis.» Para Laplace, el mundo es una máquina determinista verdaderamente perfecta, que se basta a sí misma. El supone que un demonio que poseyera una inteligencia y unos sentidos casi infinitos podría conocer todo acontecimiento del pasado y todo acontecimiento del futuro. De hecho, esa concepción, que creía poder arreglárselas sin Dios, había introducido en su munto los atributos de la divinidad: la perfección, el orden absoluto, la inmortalidad y la eternidad. Es ese mundo el que va a desordenarse y luego desintegrarse.

El paradigma de la simplicidad

Para comprender el problema de la complejidad, hay que saber, antes que nada, que hay un paradigma de simplicidad. La palabra paradigma es empleada a menudo. En nuestra concepción, un paradigma está constituido por un cierto tipo de relación lógica extremadamente fuerte entre nociones maestras, nociones clave, principios clave. Esa relación y esos principios van a gobernar todos los discursos que obedecen, inconscientemente, a su gobierno.

Así es que el paradigma de simplicidad es un paradigma que pone orden en el universo, y persigue al desorden. El orden se reduce a una ley, a un principio. La simplicidad ve a lo uno y ve a lo múltiple, pero no puede ver que lo Uno puede, al mismo tiempo, ser Múltiple. El principio de simplcidad o bien separa lo que está ligado (disyunción), o bien unifica lo que es diverso (reducción).

Tomemos como ejemplo al hombre. El hombre es un ser evidentemente biológico. Es, al mismo tiempo, un ser evidentemente cultural, meta-biológico y que vive en universo de lenguaje, de ideas y de conciencia. Pero, a esas dos realidades, la realidad biológica y la realidad cultural, el paradigma de simplificación nos obliga ya sea a desunirlas, ya sea a reducir la más compleja a la menos compleja. Vamos entonces a estudiar al hombre biológico en el departamento de Biología, como un ser anatómico, fisiológico, etc., y vamos a estudiar al hombre cultural en los departamentos de ciencias humanas y sociales. Vamos a estudiar al cerebro como órgano biológico y vamos a estudiar al espíritu, the mind, como función o realidad psicológica. Olvidamos que uno no existe sin el otro; más aún, que uno es, al mismo tiempo, el otro, si bien son tratados con términos y conceptos diferentes.

Con esa voluntad de simplificación, el conocimiento cientifíco se daba por misión la de desvelar la simplicidad escondida detrás de la aparente multiplicidad y el aparente desorden de los fenómenos. Tal vez sea que, privados de un Dios en que no podían creer más, los cientificos tenían una necesidad, inconscientemente, de verse reasegurados. Sabiéndose vivos en un universo materialista, mortal, sin salvación, tenían necesidad de saber que había algo perfecto y eterno: el universo mismo. Esa mitología extremadamente poderosa, obsesiva aunque oculta, ha animado al movimiento de la Física. Hay que reconocer que esa mitología ha sido fecunda porque la búsqueda de la gran ley del universo ha conducido a descubrimientos de leyes mayores tales como las de la gravitación, el electromagnetismo, las interacciones nucleares fuertes y luego, débiles.

Hoy, todavía, los científicos y los físicos tratan de encontrar la conexión entre esas diferentes leyes, que representaría una verdadera ley única.

La misma obsesión ha conducido a la búsqueda del ladrillo elemental con el cual estaba construido el universo. Hemos, ante todo, creído encontrar la unidad de base en la molécula. El desarrollo de instrumentos de observación ha revelado que la molécula misma estaba compuesta de átomos. Luego nos hemos dado cuenta que el átomo era, en sí mismo, un sistema muy complejo, compuesto de un núcleo y de electrones. Entonces, la partícula devino la unidad primaria. Luego nos hemos dado cuenta que las partículas eran, en sí mismas, fenómenos que podían ser divididos teóricamente en quarks. Y, en el moento en que creíamos haber alcanzado el ladrillo elemental con el cual nuestro universo estaba construido, ese ladrillo ha desaparecido en tanto ladrillo. Es una entidad difusa, compleja, que no llegamos a aislar. La obsesión de la complejidad condujo a la aventura científica a descubrimientos imposibles de concebir en términos de simplicidad.
Lo que es más, en el siglo XX tuvo lugar este acontecimiento mayor: la irrupción del desorden en el universo físico. En efecto, el segundo principio de la Termodinamica, formulado por Carnot y por Clausius, es, primeramente, un principio de degradación de energía. El primer principio, que es el principio de la conservacaión de la energía, se acompaña de un principio que dice que la energía se degrada bajo la forma de calor. Toda actividad, todo trabajo, produce calor; dicho de otro modo, toda utilización de la energía tiende a degradar dicha energía.

Luego nos hemos dado cuenta, con Boltzman, que eso que llamamos calor, es en realidad, la agitación en desorden de moléculas y de átomos. Cualquiera puede verificar, al comenzar a calentar un recipiente con agua, que aparecen vibraciones y que se produce un arremolinacmiento de moléculas. Algunas vuelan hacia la atmósfera hasta que todas se dispersan. Efectivamente, llegamos al desorden total. El desorden está, entonces, en el universo físico, ligado a todo trabajo, a toda transformación.